Revisemos el método utilizado por la cultura musulmana para la liberación del ego, dado que me parece significativo.

La bondad es el don de la pureza interior, resultado de la purificación. La limpieza de la conciencia (que podemos asimilar a la intención, en el sentido de que la mencionó el Profeta, Bendición y Paz sean con él) es la condición de la bondad.

Para llegar a la bondad tal como la concebimos en el Islam es preciso, por lo tanto, purificarse. Esto significa estar exento de lo superfluo, es decir de lo que se agrega a una cosa sin pertenecer a su naturaleza real. Toda suciedad consiste en algo superfluo, vano, tanto en el orden material como espiritual. Por ejemplo, la ambición de poder es en el hombre algo superfluo puesto que lo aleja de su ser real (el cual es limitado temporalmente e ilimitado espiritualmente). Lo mismo puede decirse de la suciedad material que simplemente requiere del agua para desaparecer.

En consecuencia, la suciedad (que llamamos mal en el orden psíquico) es, en primer lugar, algo superfluo y vano. No constituye algo real, pues se agrega a nosotros como resultado del error, la ignorancia y la debilidad. De allí que la tradición diga: «Todos los hombres nacen en la Fitrah (forma primordial perfecta)», la cual es buena en sí misma, pero «son los padres quienes los hacen cristianos, judíos o zoroastrianos», es decir les transmiten la cultura oficial viciada por el error. Al igual el Sagrado Corán exhorta a los hombres a no ampararse en la tradición de sus padres para desviarse de la Verdad: Y cuando se les dice: «Seguid lo que Allah ha revelado», responden: «¡No! Seguiremos las tradiciones de nuestros padres». Pero ¿si sus padres eran incapaces de conocer y no estaban bien dirigidos?. (2:170).

La segunda cuestión que se evidencia respecto del mal, de la sucia conciencia e intención, es que es posible vencerla. Nuestro origen es la luz, la Fitrah en que hemos sido creados: Por cierto que Nosotros Hemos creado al hombre de la forma perfecta (95:4), la degradación es algo que se agregó a posteriori, luego les Hemos vuelto a lo bajo de la degradación (95:5). La Fitrah, en sí misma, no se mancha con la degradación, como el aceite no se mezcla con un agua corrupta. Si amaneciera vuestra agua perdida, ¿quién os proveerá de agua pura? (6:30). Pero probamos el agua amarga de los deseos, las ambiciones, la ilusión por conseguir la perfección a través de las cosas del mundo: en esto consiste toda nuestra ignorancia y debilidad. Existe un método para salir de esta condición (la cual es inevitable para todos los seres humanos) es el método o camino espiritual. El vence la degradación.

Ante el hombre se muestran dos caminos, uno el recto y otro el del error. Este último consiste en salir de a Fitrah y vivir del agregado, lo superfluo, lo vano. Es vivir en suciedad. El Camino Recto es vivir a la luz de la Fitrah en la cual fuimos creados.

ego2LOS ASPECTOS DEL ALMA

El Corán menciona al nafs (alma, ego) bajo tres aspectos: nafs al-ammara bis-su’, el alma concupiscente (lit. «que instiga al mal»; nafs al-lauuamat, el alma que reprende; y nafs al-mutma’innat, el alma que reprende; y nafs al-mutma’innat, el alma pacifica (12:53; 75:2; 89:27). Esta última no se diferencia del espíritu, Ruh, puesto que Allah Exaltado Sea, le otorga la máxima elevación junto a El Mismo: ¡Oh alma pacífica!, regresa a tu Señor complaciente y complacida y penetra entre Mis siervos (o en Mi Servidumbre) y penetra en Mi Paraíso (89:27).

Los dos primeros son aspectos mundanos del nafs, tal como lo mencionan los versículos antes aludidos: Hemos creado al hombre de la forma perfecta, luego le hemos vuelto a lo bajo de la degradación. El nafs concupiscente es la más bajo de ambas, y se asocia con Satanás. Su fuerza procede de los sentidos, es decir de lo más exterior, y se puede reconocer en ella al «pecho» que menciona el Corán: Me amparo en el Señor de los hombres, rey de los hombres; Allah de los hombres, del mal (que procede) del corruptor, susurrador, Satanás, el cual corrompe en el pecho de los hombres (114:1-5). El pecho, igual que corporalmente, representa lo exterior, la sensualidad, lo superfluo. Todos los sentidos del hombre en este mundo están vinculados a lo exterior (vista, oído, gusto, olfato, tacto), además de los miembros del cuerpo por cuyo intermedio actuamos voluntariamente, como las manos, pies, boca o lengua, estómago y sexo. Saiidina Iusuf (José) dice en el Sagrado Corán: No pretendo ser inocente. Por cierto el alma instiga al mal (ammarah bis-su’), excepto con quienes mi Señor tiene Misericordia. En verdad, mi Señor es Indulgentísimo, Misericordiosísimo. (12:53).

El otro aspecto mundano del nafs es el nafs lauuamah, reprensora. Equivale a lo que nosotros conocemos como «carga de conciencia», «culpa», etc.. Conocemos por ella el error, pero no nos da los medios para salir de él. Es el gusto de la debilidad, del fracaso, la frustración, la caída. Aunque, como todo gusto, no nos dé más que el conocimiento de sí mismo, de nada ajeno. Si el sentido de la culpa es muy grande, le es imposible al hombre escaparse de él; si no existe es imposible que el hombre salga de su animalidad. Por lo tanto, el nafs lauuamah es un estado intermedio, entre el ammarah o concupiscente y la mutma’’nnat o pacificada. . La estupidez consiste en no sentirse culpable, porque la culpa es una visión de nosotros mismos por la cual conocemos nuestros propios límites. Solamente a través de ese paso podemos llegar a la perfección, Allah jura: ¡Por el alma represora! (75:2), dándole una categoría sagrada elevadísima, dado que es objeto de Su Juramento.

El Islam enseña, sin embargo, que el hombre es culpable sólo en cierta medida, no en absoluto. No existe en el Islam una culpa «metafísica», imposible de sobrellevar, y que deba ser redimida por un «acto metafísico» (como los de la encarnación y crucifixión). El error, el pecado y la culpa son cosas de este mundo, que se arreglan en este mundo por seres de este mundo. Los Enviados y Profetas, sobre ellos sea la Paz, y los maestros espirituales no son distintos al resto de los hombres, sólo que superiores a ellos en conocimiento y práctica. Ellos traen la Guía para que el hombre, por su propio esfuerzo, con la Misericordia de Allah, salga del error y la imperfección, en este mundo.

El Corán enseña que Adán recibió el perdón apenas fue degradado, recibió Adán unas palabras de su Señor (Quien) le perdonó. Por cierto que El es Indulgentísimo, Misericordiosísimo. (2:37). El perdón de Allah es anterior a la Creación y al pecado, no debe esperar el hombre un «acto metafísico» para que se manifieste la Clemencia de Allah. Si el hombre tuviera que cargar con una culpa «metafísica», ella lo aniquilaría. Los símbolos del Sagrado Corán son claros al respecto, es Iblís .el Diablo- quien carga con la culpa en el plano trascendente, pues es quien, en realidad se rebela y arrastra detrás de si al hombre. Cuando tu Señor dijo a los ángeles: «Voy a crear a un mortal de arcilla. Y, cuando lo haya formado armoniosamente e infundido en él de Mi Espíritu, ¡caed prosternados ante él!. Los ángeles se prosternaron, todos juntos, salvo Iblís que se mostró orgulloso y fue de los infieles. Dijo: «¡Iblís! ¿qué es lo que te ha impedido prosternarte ante lo que con Mis Manos he Creado? ¿Ha sido la soberbia, la altivez?». Dijo: «Yo soy mejor que él. A mi me creaste de fuego, mientras que a él lo creaste de arcilla. Dijo: «Sal de aquí! ¡Eres maldito!, ¡Mi maldición te perseguirá hasta el Día del Juicio»: Dijo: «Señor, déjame esperar hasta el Día de la Resurrección». Dijo: Entonces serás de aquéllos a quienes se ha concedido una prórroga hasta el día del tiempo señalado». Dijo: «Por tu Poder, que he de descarriarles a todos, salvo a aquéllos que sean siervos tuyos escogidos!». Dijo: «La verdad es –y digo verdad- que he de llenar la gehena contigo y con todos los que te hayan seguido». (38:71 a 85) «y penetra en Mi Servidumbre y penetra en Mi Paraíso», el retorno a Allah simboliza el Aliento (Ruh) que de El ha salido y que a El vuelve. El retorno tiene dos condiciones, la Servidumbre, «y penetra entre Mis siervos (o en Mi Servidumbre)», porque Allah sigue siendo el Señor, y el hombre sigue siendo el siervo. Como siervo tendrá una existencia personal y dependiente de Allah, Exaltado Sea. La segunda condición del alma pacificada es que en ella no queda ninguna imperfección, que todo lo exterior (lo agregado y vano) ha sido vencido y ella sólo vive en Realidad: «Y penetra en mi Paraíso». El Paraíso simboliza el estado de absoluta perfección, en la medida en que pueda alcanzarla el hombre. Es igual a la Misericordia de Allah, Quien dice: Inflijo mi Castigo a quien quiero, pero Mi Misericordia abarca a todas las cosas (7:156).

LAS ETAPAS DE LA LIBERACIÓN

Existen dos estados en el ser, uno neutro, el cual recibe el ataque del nafs ammarah. No es el hombre quien suscita la lucha interior, la promueve su propio nafs, el cual mantiene un dominio opresivo sobre el hombre.

Para liberarse de dicho dominio hay que estar advertido de las diversas formas y medios que utiliza el nafs para perpetuarse. La relación con el nafs debe plantearse en principio como una lucha, pues de lo contrario no pasamos del estado neutro al estado activo. Por eso llamamos a este estado activo lucha interior, y le damos el nombre de Yihad Al-Akbar.

El neutro es el estado común en que se encuentra la mayoría. Si el nafs domina a alguien no le «ataca», sino que cuida su posesión: sólo si alguien intenta contrarrestarla ella atacará. Entonces habrá dos opciones, o se combate o se somete a ella.

El combate constituye la opción de los creyentes, es el estado activo. Está mencionado en el Sagrado Corán de este modo: ¿Piensan los hombres que se les dejará decir «creemos» sin ser probados?… Allah conoce perfectamente a los sinceros e igualmente a los que mienten… Quien combate lo hace en provecho de su propia alma. Allah, en verdad, puede prescindir de las criaturas. A quienes hayan creído y obrado bien les borraremos, sin duda, sus malas obras y les recompensaremos mejor aún que lo que hayan hecho. (29:2,3,6,7).

La lucha, Yihad, tendrá dos formas: o es defensiva o es ofensiva, para conquistar la victoria. Defensiva es la primera etapa, cuando el creyente entra en el Camino de la Verdad. Ha pasado del estado neutro al activo, y el nafs ammarah se movilizará en su contra, con todos los medios que ella dispone: el engaño, la autosuficiencia, la asociación mental, etc., Si el creyente logra soportar esta etapa comienza la segunda, la de su ataque por la Victoria. El autoengaño más formidable del nafs ammarah (Shaitan) es hacernos creer, en la etapa primera de lucha, la defensiva, que nosotros somos responsables de sus fechorías. Esto a través del nafs Iauuamat (reprensora). En realidad es el arma más grande que tiene para vencernos, y si podemos superarla no habrá otra cosa que pasar a la ofensiva directa, sin demora.

Las armas que deberán usarse en la vía espiritual contra el nafs, son provistas y enseñadas por los guías. Como en un combate común, existen quienes conocen cuáles armas son necesarias y cómo se utilizan. Esta es la razón de ser de los guías espirituales y de las comunidades a su alrededor reunidas. El guía actúa como el médico, y el discípulo, por su parte puede hacer suyas las palabras de Saiidina Ibrahim, con él sea la Paz: Por cierto que estoy enfermo (37:89).

La bondad es el don de la purificación. Quien posee dicho don con fuerza, en forma vigorosa, vencerá. Quien es débil será presa del infierno. Y Allah es más Sabio.

Partimos de la base que el nafs sólo reacciona en la faz activa, porque sólo en ella descubrimos su existencia en nosotros, siendo que anteriormente pensábamos que era parte natural y espontánea de nuestro ser. Al respecto existe un hadiz del Mensajero, Bendito y Pacificado, quien ante la pregunta de sus discípulos sobre las oscuridades que guarda el alma, si ellas son conocidas por Allah y va a juzgarlas: ¿Cómo evitar el castigo?. La respuesta del Mensajero fue: «¿Acaso habéis encontrado (las oscuridades de vuestras almas)?», a lo cual contestaron sus discípulos que sí, diciendo el Profeta (BPDyC): «Este es el principio de la fe».

El comienzo del Camino espiritual, o principio de la Fe, parte pues de este primer descubrimiento. Pero enseguida actúa el nafs Iauuamat (reprensora) la cual se descubre como una dolorosa mirada de arrepentimiento y culpabilidad sobre nuestro pasado y nuestro presente. Si ello no nos apabulla y consideramos que la Ráhmah (Misericordia) de Allah es superior a nuestro problema y que abarca todas las cosas, podemos continuar el Camino.

– Un buen consejo para este primer momento es que debe pensarse en que todos los hombres están acosados por las mismas dolencias, unos de un modo y otros de otro, ninguno de vosotros (los hombres) dejará de llegar (al infierno). Es una Decisión irrevocable de tu Señor. Luego, salvaremos a quienes temieron (a Allah) y abandonaremos allí, arrodillados, a los impíos (2:71 y 72).

– Un segundo consejo es no abandonar el salah, por nada del mundo, puesto que empieza a constituir el único medio de salvación. La negligencia en el salah, en esta etapa, es un intento del nafs para impedir nuestra liberación. El salah se hará contra voluntad, e inclusive aunque perdamos la concentración en ella. Si omitimos un salah será necesario recuperarlo, si no lo recuperamos, será necesario recomenzar con otro salah, aunque haya pasado uno o más días de olvido negligente.

También es importante el uudú, (higienización), porque simboliza la limpieza que deseamos conseguir. En esta etapa el uudú’ logrará en nosotros, consciente o inconscientemente, un puesto destacado, pero no debemos caer en la obsesión, evitando ello mediante el conocimiento del sentido espiritual del uudú’.

Por último, el consejo más útil, para esta etapa, es intensificar el du’á’ (imploración, súplica). El du’ah juega un papel esencial en la liberación, incluso más que el salah, en cierto modo. Es necesario empezar por conocer los du’á’’ contenidos en el Sagrado Corán y la tradición, meditarlos, aplicar sus enseñanzas y comparar lo que ellos dicen con nuestro propio estado interior. Todos los Mensajeros y Profetas, sobre ellos sena Bendición y Paz, han dejado un tesoro de imploraciones útiles para la liberación del nafs. En el Sagrado Corán se encontrarán muchos de esos du’ah, pertenecientes a los Profetas, los cuales deben ser aprendidos de memoria, sea en árabe sea en otro idioma.

El du’ah hace luz sobre nuestro estado interior y es una parte del Dhikr (Recuerdo de Allah) aunque en el du’ah se destaca la meditación y el estado personal, como no sucede en el Dhikr, por lo general. Una vez iniciado el camino del du’ah, deberá pasarse, con el tiempo, de las fórmulas conocidas por el Sagrado Corán y la tradición a las fórmulas personales que son fruto de la meditación y las necesidades de cada uno. Este es el momento más activo y fructífero del du’ah, aunque para ello debe seguirse como modelos, sin duda, a las fórmulas proféticas, previamente practicadas.

CONTINUACION DEL YIHAD

El Yihad Al-Akbar no se termina en el primer paso que damos para la liberación del nafs. Ese primer momento es para nosotros el más importante, pero la continuidad del Yihad es lo que realmente cuenta.

Existen varias cuestiones que el Muyáhid (quien realiza el Yihad) debe conocer. Debemos pasar de la etapa del nafs Iauuamaat con la que comienza la lucha, a la etapa del combate por la Victoria (Al-Fathu). En árabe la palabra victoria es sinónimo de apertura, lo cual significa que algo se abre, totalmente nuevo, extraordinario. Estos son los nuevos estados o estaciones que, en la vida espiritual y en la escala del ser, logra el hombre.

En el Sagrado Corán mencionan varias victorias del Mensajero Muhammad, la Bendición y la Paz sean con él, a lo cual se refiere Ibn ‘Arabi de este modo: «Las victorias (Aperturas) del Mensajero de Allah (BPDyC) fueron tres. La primera, ‘la Victoria cercana’ a la cual se menciona así (en el Sagrado Corán): Y dispuso (para ti), aparte de esto, una Victoria cercana (48:27). Esta es la Apertura de la puerta del corazón, por habernos elevado de la condición del nafs gracia a las desvelaciones del más allá y a las luces de la certidumbre. En tal estado se asocian al Profeta (BPDyC) la mayoría de los creyentes, como Allah menciona (en el Sagrado Corán): Y finalmente que la améis, (esto es) una Victoria dada por Allah y una Apertura cercana (61:12 y ver 2:214. (…) La segunda, es la Apertura (o Victoria) evidentísima, por la manifestación de las luces del espíritu (ruh) y la elevación del corazón hasta su propia estación. Entonces se eleva también el nafs hasta la estación del corazón, ocultándose las cualidades que le son propias, que anteceden a la Apertura del corazón, procedentes de las apariencias tenebrosas. (Se ocultan esas cualidades del nafs) en las luces del corazón, y desaparecen en las totalidades (kulliat). Este es el significado de Su Dicho, exaltado sea: Allah te perdonará tus faltas manifiestas (48:2), como también (te perdonará) los hechos no evidentes procedentes de las apariencias luminosas, (apariencias) que son adquiridas por la iluminación con las luces del corazón… Son las faltas mencionada (en el Sagrado Corán) en Su Dicho: Y (las faltas) ocultas (48:2). Estas no desaparecen con la «Apertura cercana», aunque desaparezcan las primeras (las exteriores o manifiestas), porque la estación del corazón no se perfecciona ni se completa sino luego que se eleva a la estación del ruh (espíritu) y sus luces dominan al corazón… y se alcanzan, con esta Apertura, los galardones de las visiones espirituales y las confidencias secretas. La tercera Apertura (o Victoria) es la absoluta (es decir sin calificativos como «cercana» o «evidentísima»» a que se refiere (Allah) en Su Dicho: Cuando viniere la Victoria (Nasru) de Allah y la Apertura (110:1). Es la Apertura de la puerta de la Unidad por el fana’ (anonadamiento) total, y el sumergirse en la Fuente (‘aín) de la universalidad (yam) gracias a la visión de la Esencia y la aparición de la Luz Unitiva».

La primer Victoria es sobre el nafs ammarat, la segunda sobre el nafs Iauuamat y la tercera da entrada a la Unidad con Allah, Exaltado Sea, conociendo Su Realidad.

EL SEGUNDO PASO

9; Los pasos siguientes al primero estarán dirigidos a sanar el corazón de todas sus dolencias, de a poco y de acuerdo a las vicisitudes que va viviendo. Debemos llegar a tratar al nafs ammarat como algo ajeno a nosotros, respondiendo a sus incitaciones como se responde a otro ser.

El Islam no practica la «integración» o «aceptación» de las tensiones psíquicas nocivas, como aconseja la psicología káfir. Esa es un «dejar pasar y dejar hacer» de todo lo negativo, incentivando el estado de neutralidad y oprobio, como se evidencia hoy día a través de todos los medios de comunicación masiva. El Islam propone la lucha, no la autocompasión destructiva e ignorante káfir. Trata de eliminar lo nocivo en el hombre mediante la vida espiritual guiada por sus preceptos y sabiduría, sobre todo en las comunidades que para ello se reúnen. Esto no significa entrar en posesión del paraíso, sino iniciar una batalla. ¿Piensan los hombres que se les dejará decir «creemos» sin ser probados?… Allah conoce perfectamente a los sinceros e igualmente a los que mienten… Quien combate lo hace en provecho de su propia alma. Allah, por cierto, puede prescindir de las criaturas. A quienes hayan creído y obrado bien les borraremos, en verdad, sus malas obras y les recompensaremos mejor aún que lo que hayan hecho. (29:2, 3, 6, 7).

Al considerar al nafs ammarah como exterior, ajena a nuestro verdadero ser, comenzamos a desapegarnos de ella. Esto es muy difícil de lograr pero un método rápido y efectivo es el anatema a ella y su patrono Shaitán –maldígale Allah-. Dichas expresiones las enseña el guía espiritual.

Una vez iniciado este método, inmediatamente se intensifican las incitaciones. Es necesario conocer enseguida que esta batalla es continua, que Shaitán a través del nafs ataca sin interrupciones, a cada segundo.

Otra cosa importantísima es saber que una vez iniciada esta batalla nadie puede volverse atrás, pues de lo contrario quedaría peor que al inicio. La condición de quienes abandonan la lucha es terrible. Por eso Allah pone como ejemplo el fuego; la bebida incandescente; el alimento que no sacia: las cadenas; la no-vida y no-muerte; la ceguera, mudez y sordera: la pérdida de la voluntad, etc..

A cada incitación debe responderse del modo que enseña el guía, concluyendo con la expresión «Astagfirullah». Si se produce en e transcurso del salah, dhikr, etc., se debe responder en el mismo momento, en el nivel que se produce, sin abandonar el salah, ni ninguna otra práctica.

Los primeros ataques del nafs son sumamente bajos. Se trata de incitaciones diametralmente opuestas a la razón, a la espiritualidad, al bien, a la armonía entre los seres, a la idea de lo sagrado, etc.. Cuando mediante el método se sale de esta etapa las incitaciones son más sutiles, cosas en apariencia buenas, como el orgullo de saber algo, o el de hacer bien las cosas, etc.. Esta es la etapa de la autosuficiencia, que se produce en este segundo paso del método, y que tiende a confundir al hombre. No debe cambiarse por ningún motivo la respuesta aprendida, aunque las cosas parecieran mejorar, porque ello nos volvería al punto inicial.

A esta altura el nafs ammarah no usa más del nafs lauuamat que le hay servido al principio. En realidad, como ya expresamos antes, el alma lauuamat nos ha servido para liberarnos, pues Allah la estableció en nosotros para el bien, aunque ella nos carga primero de remordimientos, aflicciones y angustias. Ahora conocemos cuál es el verdadero enemigo, no ya el nafs lauuamat sino el nafs ammarat (siendo ambas sólo dos aspectos de nuestra propia alma). En esta etapa nos incita mediante la adulación, más peligrosa aún que la obscuridad.

Es necesario advertir que no todas las personas son víctimas del mismo ataque. Depende de la meta que se proponga, del conocimiento que pretenda adquirir, del carácter, y aún del sexo. Las mujeres, como es conocido por tradición, están mayormente al margen de la lucha, como sucede con la lucha exterior. Su estado es más puro, aunque alcancen menor elevación en los grados espirituales (lo cual no excluye las excepciones). Quien se proponga una meta mayor deberá enfrentar más resistencia; quien quiera alcanzar la Gnosis suprema deberá pasar por mayores pruebas. De allí que el Mensajero (BPDyC) haya dicho que los Enviados y Profetas (BPDyC) son probados con adversidades mayores que los simples fieles. El carácter o modo de ser puede constituir un obstáculo (por ejemplo si prevalecen el pensamiento, el sentimiento o la acción en una persona), o por el contrario, facilitar las cosas.

A pesar de todas esas diferencias, la norma es una: la prueba resulta inevitable para todos los hombres.

En esta etapa los sueños comienzan a tener importancia. Deben ser comunicados al guía, porque él se orientará mas fácilmente conociendo qué sucede en los sueños, pemitiéndole aconsejar el remedio. El mismo nafs ammarat puede mostrarse en el sueño, como un animal por ejemplo, o como una persona (sea como un gemelo nuestro u otra). Si tal sucede y en el sueño hay combate debe matarse al nafs. Si tienes compasión de esa representación del nafs, estás lejos de poder deshacerte de ella. Si no se presenta bajo una forma conocida es que estamos bajo su total dominio, siendo necesario entonces intensificar el dhikr, el salah, etc., Los otros medios los indicara el guía.

EL TERCER PASO

La gran batalla con el nafs se produce en el retiro, que aún se sigue practicando en numerosas comunidades. El retiro tiene como antecedente a los que practicaba el Santo Mensajero, Bendición y Paz, sean con él, en Gar Hira, ceca de La Meca. Es una de las prácticas meritorias, es decir no obligatorias pero si perfeccionantes. Pertenece a la Sunnah del Mensajero (BPDyC).

No se debe practicar jaluah (retiro) sin un guía. Este indicará cuándo, dónde, de qué manera. Si se contraviene esta tradición se corre el gran peligro de la locura. Es una advertencia para todos aquéllos que dicen practicar «meditación», «concentración», etc., sin seguir un camino consagrado, y sin un guía. Tales personas son pasto del demonio, por lo que dijo el Profeta (BPDyC): «Quien no tiene un maestro (espiritual), Satanás es su maestro.

– La batalla de la jaluah, o de las jaluas, tiene por meta la eliminación final del nafs ammarah. A tal estado se llama fana’, que significa anonadamiento. En este caso el Islam no lleva a la aniquilación sin retorno –como otras vías espirituales- sino a la eliminación del nafs negativa y la subsistencia (baqa’) del nafs verdadero, que es lo mismo que el ruh.

Es inevitable que la jaluah venga después de un largo período de salah, dhikr y buenas obras, pues, como hemos visto, existen etapas previas del Yihad que deben ser cumplidas antes (en los primeros y segundo paso a que nos referimos). Existen ilusos que se sienten capacitados para emprender la jaluah a los dos días de estar con un guía. Esto es un absurdo que el verdadero buscador de la Verdad debe evitar. Se dice que él debe estar entre las manos de su guía como un cadáver entre las del lavador de cadáveres, denotando que es el guía quien lo va a limpiar de toda suciedad, si Allah lo permite, sin que el buscador deba interferir con su propia voluntad.

Si nos preguntáramos ¿qué finalidad tiene el salah, el dhikr, etc., en la vida del hombre?, la respuesta es que sirven solamente a este momento de eliminación del nafs. Hay quienes asumen el salah, el dhikr, las buenas obras, como deberes que ellos deben realizar debido a estar en una categoría elevada, siendo simples hombres. Esta es otra categoría de ilusos, puesto que Allah pide que se haga salah y dhikr en beneficio propio, no para que sostengamos al cosmos, gracias a nuestra buena voluntad. Allah sólo es glorificado por quienes procuran, mediante las devociones, el bien de sus propias almas, porque Allah Mismo no necesita se le aumente el Bien. Suyo es cuando existe en los Cielos y en la tierra, El es el Opulento y vosotros sois los pobres (4:131) y 47:38). Sin embargo, una vez pasada esta ilusión, comprendemos que salah, dhikr, etc., deben ser elevados solamente para contemplar el Rostro de Allah, y que aquéllos ilusos que lo hacen de otro modo lejos están de que les sea aceptado por parte de El, Exaltado Sea, y Allah es Más Sabio. Quienes tienen paciencia por su deseo de contemplar el Rostro de su Señor, hacen la oración, dan limosna, en secreto o en público, de lo que les Hemos concedido y repelen el mal con el bien, ésos tendrán la Morada Postrera (13:22)

El salah es para el hombre, no el hombre para el salah. Cuando Allah dice: No He creado a los yinn y a los hombres sino para que Me adoren (51:56) se refiere a algo mas amplio que las prescripciones rituales, porque adorar (en árabe ‘abada) significa estar sujeto a alguien o bajo su absoluto dominio, lo cual es condición de todos los hombres, aún de los que desconocen el salah. El salah es la conciencia de ese Dominio, y, por lo tanto, está dirigido a un fin, cual es el bien del hombre, su purificación.

En esta tercera etapa del Yihad debe intensificarse el dhikr hasta el punto que cada segundo de nuestra existencia sea de dhikr, hagamos lo que hagamos, estemos donde estemos. Inclusive las necesidades físicas son incluidas dentro de la preceptiva que dice cómo se actúa en cada caso. Ello debe aprenderse por lectura o del mismo guía. La intensificación del dhikr es paralelo con la intensificación de la Sunnah. Cada acto debe estar presidido por los consejos que ella transmite. Pero ello debe ser ejecutado sin caer en el formalismo, estanco en el cual encontramos a una tercera clase de ilusos. Estos últimos son los ritualistas de todas las religiones, quienes conocen el cómo de todo pero no el por qué. Caen en evidente hipocresía porque reducen la religión a un mero mecanismo, función en la cual son expertos, pero abandonan el conocimiento de sí mismo que es lo más importante.

Cuando e dhikr se implanta en todo instante en nosotros, el nafs está a un tris de ser vencida. Sólo requiere la mano experta del guía. La gran batalla está en la jaluah. Por lo que queda dicho, ésta constituye la culminación de un lapso de trabajo espiritual intenso. A través de ese trabajo hemos ido adquiriendo ciertas virtudes sin las cuales las puertas de la jaluah no se pueden abrir, se cierran por sí mismas para siempre ante nosotros. Las virtudes a que nos referimos pueden ser consultadas en otros escritos.

El FIN DE LA VIDA ESPIRITUAL

Como conclusión, para que se vea bien cual es nuestra intención, dedicaré pocas palabras a la meta de la vida espiritual. El sentido de la vida del hombre es conocerse a sí mismo. El Mensajero Muhammad, Bendito sea y Pacificado, expresó: «Quien a sí mismo se conoce a su Señor». El Conocimiento es el destino del hombre; si no lo logra no cumple con su destino y su caída es en el infierno (que significa, de este modo expresado, el olvido, la decadencia, la muerte sin haber descubierto la Verdad). Si el hombre consigue, con la anuencia de Allah, un grado del Conocimiento, llega a las cumbres de la Vida perfecta, en éste y en los infinitos planos del ser.

El Corán expresa que el hombre es un impío declarado, un hipócrita recalcitrante, un desagradecido –como corona de maldición sobre su frente-. Impío, puesto que no quiere admitir su dependencia y su finitud; hipócrita, porque inventa «una» verdad que no es más que su ignorante y absurda opinión; desagradecido, pues no contempla la maravilla que lo rodea y no es consciente de sí mismo. También afirma el Libro que alcanzar el buen Camino, el Conocimiento de sí y del Señor del Universo, es «un acontecimiento extraordinario» (hazz ‘azim), un hallazgo.

Pocos son los encaminados por Allah hacia el Camino Recto, y de éstos, pocos aún quienes alcancen la Verdadera Realidad. Y Allah es Más Sabio, Suyos son el Reino y la Alabanza. La Bendición y la Paz sean con el Mensajero y su Descendencia perfecta y pura. Rayab 1402

EL METODO DEL DHIKR

Debe entenderse como un método, es decir un camino que facilita la meta. No debe caerse en el error de considerar al Dhikr como la meta. Es el Recuerdo, pero un Recuerdo siempre sirve para algo más. La Meta es Allah, no el Dhikr.

Existe el Dhikr de la lengua, que individual o colectivamente practicamos con dificultad. Hasta que él se implanta en nosotros y desde entonces no esforzamos la lengua al proferirlo.

Existe el Dhikr del Corazón, cuando nuestro ser entra en el Dhikr, y el centro del ser Recuerda, aunque no sea en forma continúa.

Entre ambos, el Dhikr de la lengua y el del Corazón, nuestra intención se ha esforzado y ha conseguido superar su duplicidad. El Dhikr del Corazón es espontáneo, el de la lengua está mediado por el pensamiento. El Dhikr del Corazón es puro, el de la lengua todavía está mezclado de oscuridades. El del Corazón es Presencia de Allah, porque nuestra intención es Suya, no tiene asociados. Dijo Ibn ‘Ata’ Allah (santifique Allah su secreto) que, cuando el Dhikr está a punto de transformarse en Dhikr del Corazón, todo el ser del invocante (dhakir) está habitado por el Dhikr y, cuando invoca oye «en la circunferencia de la cabeza todas las voces del cosmos» que se unen a su Recuerdo.

Cuando el invocante vence al ego, que es un velo de pensamientos y acciones, «encuentra su corazón continuamente aplicado al Dhikr, persevera en él asiduamente, hasta llegar a borrar de su corazón la imagen de la locución, de las letras y de la forma de la palabra, y hasta que el sentido de la palabra (Allah) permanece sólo en su corazón, como unido a él y sin abandonarlo», dice Al-Gazzali, en Ihia’ ‘Ulum ad-Din. Este es el Dhikr de lo íntimo del Corazón, al que acompañan las Luces de Allah Ta’ala. Ha vencido a la apariencia (el ego con sus velos de acción, pensamiento e ilusiones) y entrado en el comienzo del Camino de la Contemplación… el Dhikr ha dado su fruto.

Compilado por: Beth Ludojoski – martes, 7 de abril de 2009, 15:14
Método utilizado por la cultura musulmana para la liberación del ego
Fuente: http://www.islamparatodos.com