Meditar no es “pensar en nada”, es dirigir el foco de atención a un punto y volver a él cada vez que la atención se vaya con un pensamiento. … no podemos “forzar” el “no pensar”, porque sería una sinrazón.

La diferencia entre la meditación y el pensamiento es que, en virtud de la tendencia natural de la mente, trascendemos el pensamiento mismo. entre «meditar» y «pensar». Meditar implica separarse de todo el «hacer», «pensar» y «sentir» que está sucediendo constantemente dentro nuestro. Permitir que la inspiración de la naturaleza entre en nosotros y ordene, sin efectos secundarios.

Reflexionar, por su parte, es acción pura, viva energía creadora. Sin ella no podríamos volver en si y generar conceptos propios.

El proceso de la reflexión da como resultado una inferencia y está explicado en la propia etimología del término.

Revisémosla: El prefijo re- nos indica volver hacia atrás, transitar de nuevo, intensivamente. El elemento flex-, a doblar, desviar. El sufijo -io nos indica que es acción y efecto sucesivo. En síntesis Volver a la acción, meditar sobre ella y aprender de ella.

Por lo tanto, un proceso funcional podría ser:

1 – Abandonar los pensamientos en círculo que nos dejan siempre donde estamos y potencian nuestros estados de ánimo disfuncionales.
2 – Meditar sobre lo que debemos abandonar y soltar,
3 – Reflexionar desde la libertad, libres de ataduras. Inspirándonos para crear y transformar.

Comparte en el campo de comentarios: ¿Qué proceso se te ocurre a ti..? y/o simplemente compárteme un ejemplo en tu propia vida de este proceso.

Una reflexión de Fabián Sorrentino, dedicada al equipo de servicio de soporte de Zoe y la CMC. Gracias por inspirarme 🙂