El término “emprendimiento” fue acuñado por el economista francés Jean-Baptiste Say (1767-1832) a comienzos del siglo diecinueve.

Es uno de los principales exponentes de la Escuela Clásica de economistas. La célebre Ley de los Mercados (loi des débouchés), que formuló como «los productos, en última instancia se intercambian por otros productos» (Catéchisme d’économie politique) es su contribución más famosa. Bautizada posterior-mente como Ley de Say, constituye un elemento central de la economía clásica (al ser aceptada por Ricardo y Mill como una de las contribuciones más significativas al pensamiento económico).

Su esencia es que, antes de poder demandar bienes hay que haber producido otros bienes para intercambiarlos por los bienes deseados (lo que implica una relación causa-efecto de la oferta hacia la demanda), y su corolario es que no pueden existir períodos prolongados de sobreproducción y sub-consumo si el mercado no sufre interferencias. Entre otros trazos distintivos del pensamiento de Say que gozan de actualidad está su énfasis en la importancia del empresario, que realiza una labor distinta de la del propietario del capital, así como en la importancia que otorga a los derechos de propiedad para el crecimiento.

Pero sin duda, si hay un primer exponente del emprendimiento, consideramos que es Nietzsche. Su Filosofía contiene y representa una determinada propuesta sobre la vida. La pregunta que ahora nos hacemos es: ¿Cómo podemos dar cuenta de su particular interpretación sobre el fenómeno humano y sobre las condiciones de su existencia?

Sostenemos que nada caracteriza mejor la filosofía de Nietzsche que el hecho de concebir la vida, como emprendimiento.

Aunque éste es un término que no está presente en su obra ni era frecuente en su época, pensamos que considerar de ese modo la propuesta de Nietzsche nos sirve, nos aclara y nos orienta. Nos permite asignarle a su filosofía un eje. De allí que no dudemos en utilizar esta caracterización.

Nietzsche es desde nuestra perspectiva, el gran filósofo del emprendimiento.  Y como hemos visto, Nietzsche nos propone concebir la vida como un desafío para diseñar en ella el ser que aspiramos ser. Somos una promesa, nos dice, un camino a recorrer que arranca de nuestra animalidad pero que nos conduce a elevarnos hasta acercarnos incluso a los dioses. Los seres humanos tenemos la capacidad de participar, aun conscientemente, en el proceso de nuestra propia creación.

Aceptar ese reto representa comprometerse a hacer de nuestras vidas una obra de arte. Ser humano es disponer de esta posibilidad. No sólo crecemos y nos desarrollamos como el resto de los animales, sino que podemos también aspirar a la grandeza. Asumir ese desafío es lo único con lo que realmente contamos para derrotar el nihilismo de nuestra época. Pero ello implica tomar la vida en nuestras propias manos y avanzar hacia el cultivo del alma.

Adoptar esa postura ante la vida implica situarnos en ella privilegiando el futuro, mirando hacia adelante, proyectándonos en la distancia. Implica tomar el ser particular que somos hoy y lanzarlo con todas nuestras fuerzas, como el discóbolo arroja su disco, hacia un lugar al que todavía él no ha llegado.

Pese a la controversia de Nietzsche, lo consideramos un pensador en el que apoyarnos a la hora de emprender, por la vitalidad que reflejan varias de sus ideas.

Antes de compartirles 4 grandes conceptos de su obra y algunas reflexiones con las que queremos que te quedes, me gustaría presentarte algo de su filosofía…

«Lo que no me mata, me hace más fuerte».
Independientemente de la posición social, económica y cultural que cada ser humano asume, el fracaso y la gloria son dos eventos que a lo largo de nuestro transcurso vital experimentamos por doquier. Un emprendedor convencido de que logrará vencer los obstáculos e imponderables, es un nietzscheano que conoce el poder de la voluntad y la fuerza para sortear los problemas. No todas y no siempre, las ideas de los líderes, emprendedores y profesionales de toda laya se hacen efectivas y operativas. Sin embargo, el poder está en la voluntad y en la seguridad de que lo que no mata debe contribuir a fortalecer la experiencia y las estrategias.

«Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes».
Tener el privilegio de esbozar planes, programas y proyectos con autonomía e independencia es tarea de líderes, emprendedores y profesionales cuyo éxito está más que asegurado. La capacidad de generar ideas innovadoras y llevarlas a la práctica con todas sus consecuencias, es fruto de una voluntad acérrima y una personalidad fuerte y decidida. Por ello, Nietzsche está convencido de que ese privilegio es de una selecta minoría.

«Nadie puede construirse el puente sobre el cual hayas de pasar el río de la vida; nadie, a no ser tú».
Es común encontrarse en la vida profesional, laboral y a lo largo de nuestras vidas con los maestros de la mentira. Nietzsche nos recuerda que cada persona es un universo independiente y que las verdades de uno pueden ser no aplicables al otro. Escuchar a los demás, sus opiniones, sus ideas no es mala idea, uno siempre aprende, pero al final el líder es el que toma sus propias decisiones (equivocadas o no).

«Yo necesito compañeros, pero compañeros vivos; no muertos y cadáveres que deba llevar a cuestas por donde vaya».
La vitalidad de Nietzsche es patente. En cualquier asociación o agrupación con fines estratégicos, es deseable trabajar con homólogos deseosos de superarse. Aquel emprendedor que entable relación con apáticos y débiles de carácter, sentirá el peso de la derrota. Caminar juntos con voluntad y poder generar ideas para lograr los objetivos es tarea de aquellos que se mueven con vivacidad y determinación.

Desarrollado por Jorge Crosetti y Fabián Sorrentino para la Carrera de Negocios de Ser.Red