Conducta que consiste en dominar al otro no a través de la fuerza sino a través de un poder psicológico. La persona manipuladora genera una convicción en la persona a la que manipula de que las acciones de ésta le producirán padecimiento, o se lo producirán a terceros, y apela a los buenos sentimientos del otro para obligarlo a realizar las conductas que desea. También puede manipularse a través de amenazas sobre peligros que ocurrirán a ella o a terceros significativos si no cumple con determinadas conductas. La manipulación es entonces una forma de poder ejercida sobre el otro a fin de conseguir lo que se desea, y requiere – como en todo uso del poder- tener un grado mayor o menor de insensibilidad ante el padecimiento del otro sobre quien se ejerce el poder.

La pareja es la sociedad más pequeña que existe y en ella invertimos gran parte de nuestra afectividad y la pequeña empresa, la familiar o el comercio, son su concresión social más primaria. Declara el Dr Fabián Sorrentino en su Entrenamiento para Mentores.

Comienzan con la idea de construir algo en común que beneficiará a cada integrante. Pero, como ocurre en toda sociedad, uno de los peligros que acechan es creer que cada uno de los integrantes son entes separados. Eso es lo que produce las luchas de poder. Cuando éstas se producen, olvidamos que existe un proyecto compartido, y uno o varios miembros intentan imponer sus reglas y sus objetivos personales.

La manipulación emocional es una de las prácticas más utilizadas en el campo de batalla. De forma inconsciente o voluntaria se exige a la otra persona que actúe según los propios deseos o necesidades, utilizando vílmente los sentimientos como arma. El silencio, las amenazas directas o veladas, los celos, o incluso una actitud victimista, son algunas de las estrategias más comunes.

El chantaje emocional suele estar tan infiltrado en nuestras relaciones, que no resulta fácil reconocer cuándo somos víctimas de él o cuándo lo ejercemos. Si la manipulación es constante e insidiosa puede corroer la base de cualquier relación.

manipula

¿Por qué Manipulamos?
Se acostumbra a asociar la manipulación con personas egoístas, retorcidas, malvadas, maquiavélicas… Esto resulta tranquilizador en sí mismo, dado que aporta una explicación simple y definida de este aspecto oscuro de las relaciones, al tiempo que nos aleja de él. Pero en la práctica, todos, en un momento dado, podemos utilizar algún tipo de chantaje emocional.

La manipulación está presente cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra persona, cuando se exige sin dar opción a elegir, o cuando se menoscaba la autoestima ajena de manera más o menos capciosa. Implica, en suma, la utilización de otra persona para un beneficio propio. Sin embargo, existen importantes diferencias de grado.

Así como algunos chantajes son transparentes y casi inofensivos, otros resultan más retorcidos y pueden terminar siendo destructivos. Ciertos individuos llegan a tiranizar a la persona con la que conviven utilizando el desdén, la humillación o la crítica. La manipulación llevada al extremo supone un maltrato psicológico, una agresión que no deja marca ni heridas, pero que no por eso resulta menos dañina.

A menudo se cae en el error de considerar este tipo de agresiones como un problema menor, algo menos grave que la pura expresión de violencia. Sin embargo, el maltrato moral suele ser la antesala y un ingrediente indispensable de lo que se conoce como maltrato físico.

Aprendiendo a Detectar los Juegos de Dominación
“La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu” (Voltaire).
La manipulación se utiliza para ganar poder en una relación. Con diferentes tácticas se intenta tocar los puntos débiles del otro. Para que resulte efectivo, el chantaje emocional debe producir una mezcla de temor, obligación y culpa, a fin de que el otro acabe sucumbiendo a las propias expectativas.

Veamos algunos de ellos:
• La Severa Advertencia: Si haces esto, será la última vez que…
El Castigo: Se amenaza, de manera más o menos directa o implícita, con que si no se realiza lo que uno desea tendrá consecuencias negativas.
• El Auto-castigo: La amenaza consiste en dañarse uno mismo para hacer sentir culpable al otro. Como, por ejemplo, diciendo: “Si tú no me quieres, la vida no tiene sentido para mí”.
• El Silencio: Supone una manera de mostrar el enfado. El otro, a menudo siente que sólo cediendo logrará mejorar el clima de la relación.
• El Victimismo. Implica una exigencia disfrazada de sentimientos de lástima y culpa. Como, por ejemplo: “Si no vienes a verme, estaré solo todo el día”.
• La Culpa. Se utilizan reproches o comentarios críticos para que alguien se sienta culpable y así corrija su actitud o su comportamiento.
• Las promesas falsas. Se ofrecen promesas maravillosas que, por ser poco realistas, rara vez se acaban cumpliendo: “Si me das otra oportunidad, te prometo que cambiaré y seremos de nuevo felices”.
• Dar para recibir. Se ofrecen ayudas o favores como un modo de atar a la otra persona y favorecer su sumisión.

¿Cómo se experimenta el fenómeno relacional?
“La persona que domina, explota y lastima es tan dependiente como la persona sumisa. Ninguna de las dos puede vivir sin la otra”. (Erich Fromm)

A menudo, los chantajes se producen en las dos direcciones. Es decir, cada persona intenta controlar a la otra con diferentes estrategias de manipulación. Se trata de una lucha por el poder que puede dar lugar a escaladas de agresiones cada vez más intensas y despiadadas. El peligro es que si se escucha únicamente a una de las partes, se puede incurrir fácilmente en una visión parcial del conflicto, pues cada persona interpreta y sufre la conducta del otro como una ruin manipulación, pero es incapaz de reconocer sus propios instrumentos de chantaje emocional.

Otras veces, la manipulación es unilateral: uno de los miembros de la pareja somete al otro como rehen desde una posición de superioridad. En tales circunstancias, el riesgo reside en que aumente paulatinamente la diferencia y el desequilibrio en la relación. Quien ostenta el poder puede sentirse cada vez más superior y con mayor control sobre la situación, mientras que la otra persona queda relegada a una posición más débil y de mayor supeditación hasta que finalmente desaparecerá de la vida del otro, renunciará, se cansará de esa persona y tus maltratos.

Nosotros, que estamos ofreciendo una oportunidad laboral, deberíamos ser muy conscientes de lo que el otro siente… ya que a veces nuestras imposiciones pueden estar resultando para el otro una amenaza.

¿Cómo salir del Juego?
La persona más poderosa es aquella que es dueña de sí misma” (Séneca)

Los juegos de dominación más intrincados implican un mensaje doble o ambivalente. Es decir, lo que se expresa no concuerda con el tono que se utiliza, o detrás de una petición legítima se esconden fines subterráneos que responden a intereses personales. Por ejemplo, una persona le dice a la otra: “No hace falta que vengas. Tienes mucho trabajo, y, total, siempre me las arreglo solo”.

Un buen modo de desmontar las trampas manipuladoras es hacer explícito el juego. Resulta útil poner en palabras todo aquello que se está expresando de manera indirecta, o a través de mensajes vagos, confusos y contradictorios. Así, en el ejemplo anterior se puede contestar: “Me siento dividido. Por una parte, me dices que no hace falta que te ayude, pero, por otra, siento que si no lo hago puedes enfadarte”.
Tanto en la vida de pareja como en general en todo tipo de relaciones es crucial una comunicación clara y honesta que permita aclarar las situaciones ambiguas.

El juego de manipulación deja de tener poder sobre uno mismo cuando se reconoce como tal. Y aludir a los propios sentimientos o sensaciones resulta mucho más eficaz que emplear un tono acusador, que suele generar más barreras y reacciones defensivas en vez de mayor comprensión.

Esta nota forma parte de una serie de artículos ofrecidos en la Carrera de Coaching & Mentoring de Ser.Red. Y que forman parte del Manual del Mentor del Dr Fabián Sorrentino.