Para los griegos pecado se decía hamartia: ‘fallo de la meta, no dar en el blanco’. Aludía al concepto de vivir al margen de lo esencial debido a una actitud errónea no consciente.
Antes que los griegos y con anterioridad al arameo el término pecado tenía el significado de ‘olvido’. Olvido de algo que estaba presente, «olvido» como dejar a un lado. No tener presente a algo o alguien que en ese momento, por diversas razones, se lo dejaba a un costado.

Algunos religiosos ven el pecado como ‘delito moral’ una trasgresión voluntaria de normas o preceptos religiosos. Y dado que existen innumerables normas, existen innúmeros pecados, a los cuales se les asigna mayor, menor o ningún castigo según las distintas creencias.

Desde la postura ontológica, podríamos decir que el pecado es vivir olvidando quienes somos y el propósito de para que estamos en este mundo. Vivir para las necesidades de nuestro Ego, olvidando el poder personal que podemos construir y el compromiso de SER nuestra declaración.