El término parálisis designa una supresión o una interrupción de la función sensitiva o motora.

La parálisis se presenta en personas que viven una situación que les resulta demasiado difícil y de la cual quieren escapar, es decir, quisieran evitar esa situación o a una persona determinada. Es el medio ideal para conseguir ayuda y que otro se haga cargo de todo. De este modo, no tendrán que enfrentar solas la situación o a la persona indeseable.

Si sufres de parálisis, es importante que te des cuenta que sólo tú puedes limitarte. Eres el único que cree que no puedes hacerle frente a lo que sucede en tu vida. Tu cuerpo te dice que puedes huir si eso es lo que quieres, pero el problema permanecerá tal cual. Tarde o temprano tendrás que hacerle frente; incluso, si es necesario, en otra vida. Date cuenta de que todo ser humano siempre tiene a mano la solución, al mismo tiempo que el problema. Cuando deja de poner toda su atención en este último, puede ver la solución.

A ti te corresponde decidirte a creer en tu poder creador, el cual se manifestará en ese momento y te ayudará a vivir plenamente la experiencia que debes enfrentar. La parálisis es una imposibilidad de actuar, un paro del funcionamiento de la actividad de uno o varios músculos. Puede afectar un órgano, un sistema de órgano o todo el cuerpo. Esta enfermedad está vinculada con la huida: ¿intento evitar o resistir a una situación o a una persona? Frecuentemente es el miedo que me paraliza.

Lo que vivo puede parecer tan insostenible e insuperable que deseo “cortarme”, volverme insensible, teniendo la sensación que no hay solución posible, siendo incapaz de asumir plenamente mis responsabilidades. También puedo vivir o haber vivido un traumatismo profundo que me pide “dejar de vivir” porque esto es demasiado.

Es posible también que un odio intenso o una falta de fe en mí sea tal que la única seguridad contra la mala acción sea la inacción total! También puedo estar muy rígido en cuanto a mi modo de pensar y si todo no se traza como previsto, mi reacción es retirarme, evadirme. Es importante que tome consciencia de la presión que me obsesiona, de cara a lo que sucede o va a suceder, para controlarla y permitir a la parte paralizada “empezar otra vez a vivir”.

Puedo sentirme “paralizado” en una situación en que no puedo moverme o que me ofrece ninguna latitud frente a las elecciones o a las acciones por tomar. La parte del cuerpo afectada me da indicaciones suplementarias en cuanto al origen de mi dolencia y de mi miedo. Si por ejemplo, está paralizada mi pierna derecha, esto puede ser el miedo frente a lo que será de mí en mi nuevo trabajo, en mis responsabilidades familiares o en mis responsabilidades como ciudadano