El centramiento es considerada una de las disposiciones corporales del modelo Met, y se encuentra ubicada en el nivel 6. Es la disposición en la cual nuestra creencia y convicción nos permiten realizar una determinada acción, en un determinado momento y lugar, sin pensar y sin dudar bendiciendo a otro u otros. Es meditación en acción, estar presente y al servicio aquí y ahora.

En términos poéticos es Ser apertura, flexibilidad, resolución y estabilidad. Es disolverse en cada una de ellas, fluir. Es libertad total.

Desde esta disposición logramos dilucidar desde nuestro Ser (no desde el pensamiento), cuál es la disposición adecuada para transitar cada situación y lograr la máxima efectividad. Desde nuestro centro, elegimos y declaramos los compromisos y determinamos las responsabilidades que resuenan con nuestro Ser, que se alinean con nuestro propósito.

Es la disposición por excelencia en la cual suspendemos las conversaciones internas y el ego queda de lado.

«Si estuviéramos siempre lúcidos, disponibles, sin miedo ni orgullo, seríamos libres de aplicar instantáneamente las mejores técnicas». J. L. Jazarin.

Es la imagen de un niño de 3 años. Ese modo de vivir el presente es meditación en acción. Es Ser apertura, resolución, flexibilidad y estabilidad. Es disolverse en cada una de ellas. Es estar y no estar, ser y no ser. Es libertad total.

Lo positivo es que en cada uno de nosotros existen registros de esos momentos. Lo negativo es que lo hemos olvidado, no lo podemos o no lo queremos recordar.

El centrado es el equilibrio impecable. Desde aquí se sabe, sin pasar por el pensamiento, cual es la disposición precisa a la que debo entrar, cuánto tiempo mantenerme y cuando salir.

«Para los orientales, la mente mata la realidad, ocultando, por la multiplicidad de sus razonamientos, la realidad de la esencia primordial que no puede ser percibida más que en el silencio que los budistas llaman Vacío. Es en ese Vacío, finalmente donde se encuentra el verdadero centro». Michael Coquet.

Cuerpo, lenguaje y emoción son uno. Nos encontramos con la esencia de nuestro ser, y las palabras salen del corazón, no de la mente.

Compilado por: Fernando Gasparoni – martes, 1 de junio de 2010, 10:25