La antropología filosófica (del Idioma griego, ánthropos, ‘hombre’, y, logos, ‘razonamiento’ o ‘discurso’) se puede entender de varias maneras. Una sería el estudio filosófico del ser humano elaborado a lo largo de los siglos y actualmente, objeto de atención de los filósofos. Otra manera de entender la expresión sería más restringida, y se aplicaría a un movimiento o escuela de pensamiento fundada en Alemania en los años 1920 y 1930, de filósofos, antropólogos y sociólogos. Este movimiento tuvo una influencia decisiva en el panorama intelectual alemán del siglo XX.

El tema general u objeto material de la antropología filosófica

El fenómeno humano, es decir, la serie de manifestaciones que atestiguan la presencia del hombre. Interesan especialmente aquellas manifestaciones que entrañan un cierto enigma o paradoja, tales como el fenómeno del conocimiento científico, de los juicios de valor, de la libertad, de la comunicación interpersonal y de la religión. Su objeto formal (aspecto o ángulo especial que escoge la ciencia para estudiar el objeto material) reside en las características humanas que posibilitan dicho fenómeno. La psicología y la historia, por ejemplo, coinciden en el objeto material de la Antropología filosófica, pero no en su objeto formal.

La antropología filosófica marca un punto de inflexión en la filosofía por medio de la crítica del idealismo y del dualismo cartesiano, con una concepción del hombre como una unidad física y psíquica. Fue también una respuesta a la teoría del historicismo alemán.

La base de su planteamiento consistía en utilizar las enseñanzas de las ciencias naturales (como la biología, zoología, etología, paleoantropología, etc.) y las ciencias humanas para tratar de identificar las características de la especie humana y su posición específica en el mundo y el entorno natural.

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¿Quiénes son sus principales representantes?

Max Scheler, Helmuth Plessner y Arnold Gehlen. También destacan cerca de esta corriente Gotthard Günther, Helmut Schelsky, Erich Rothacker y Peter Sloterdijk.

Es investigación filosófica sobre la naturaleza humana, que suele empezar con la cuestión de qué caracteriza en general a los seres humanos frente a los demás tipos de criaturas y cosas. Entendida con esta amplitud, es una investigación tan antigua como la propia filosofía, que ha ocupado a los filósofos desde Sócrates hasta Sartre, y abarca la psicología filosófica, la filosofía de la mente, la filosofía de la acción y el existencialismo. Semejante investigación no presupone ninguna «esencia inmutable del hombre», sino únicamente que tiene sentido distinguir entre lo que es «huma antropología filosófica y lo que no lo es, y la posibilidad de que la filosofía junto con otras disciplinas pueda contribuir a nuestra autocomprensión. Deja abierta la cuestión de si algún otro tipo de entidades naturales o artificiales pueden poseer las marcas distintivas de la humanidad, y acepta la posibilidad del carácter biológicamente evolucionado, históricamente desarrollado, y social e individualmente variable de todo lo referente a nuestra humanidad.

Según una concepción más restringida, la antropología filosófica es un movimiento específico de la filosofía europea reciente asociado inicialmente con Scheler y Helmuth Plessner y después con figuras como Arnold Gehlen, Cassirer y el último Sartre. Inicialmente emergió a finales de los años veinte en Alemania, simultáneamente con la filosofía existencial de Heidegger y la teoría social crítica de la Escuela de Frankfurt, con la que compitió cuando los filósofos alemanes se volvieron a la comprensión de la vida humana. Este movimiento se distinguió desde el comienzo por su intento de integrar las intuiciones del análisis fenomenológico con las perspectivas que abrían la biología humana y comparada y, subsiguientemente, también la investigación social. Esto dio lugar a un enfoque más naturalista de la comprensión de nosotros mismos, como un tipo de criaturas vivas entre otros, que se refleja en los títulos de las dos obras publicadas en 1928 que inauguraron el movimiento: El lugar del hombre en la naturaleza de Scheler y Los niveles de lo orgánico y el hombre de Plessner. Tanto para Scheler como para Plessner, sin embargo, como para sus seguidores, nuestra naturaleza ha de ser entendida teniendo en cuenta además las dimensiones sociales, culturales e intelectuales de la vida humana. Incluso Gehlen, cuyo Der Mensch (1940) muestra una acusada orientación biológica, presta mucha atención a esas dimensiones, que son posibles y están constreñidas por nuestra naturaleza biológica. Para todos ellos, las relaciones entre las dimensiones biológica, social y cultural de la vida humana es una preocupación central y una clave para la comprehensión de la naturaleza humana.

Uno de los temas comunes de la literatura filosófico-antropológica posterior –por ejemplo, Ensayo sobre el hombre (1945) de Cassirer y Crítica de la razón dialéctica (1960) de Sartre, o también Conditio humana (1965) de Plessner y Hombre primitivo y cultura tardía (1963) de Gehlen– es la plasticidad de la naturaleza humana, posible por nuestra constitución biológica, y las grandes diferencias resultantes con respecto al modo en que viven los seres humanos. No obstante, no se entiende que esto excluya la posibilidad de decir algo significativo sobre la naturaleza humana general; más bien, exige atender a los tipos de rasgos generales involucrados y reflejados por la diversidad y variabilidad humanas.

Los críticos de la idea y posibilidad mismas de una antropología filosófica (por ejemplo, Althusser y Foucault) suelen negar la existencia de tales rasgos generales o mantener que no hay ninguno fuera del ámbito de las ciencias biológicas (en el que la filosofía no puede hacer ninguna contribución sustantiva). Estas dos afirmaciones, empero, son discutibles, y la empresa de la antropología filosófica sigue siendo viable y potencialmente significativa.

Fuentes: Wikipedia. Diccionario Akal de la Filosofía.