Palabra cuyo significado es opuesto o contrario, relacionado con otra u otras, con las que siempre van relacionadas. Para que haya una palabra antónima siempre debe serlo respecto de otra. Nada puede ser opuesto a sí mismo. Su propio antónimo es el sinónimo, que son palabras que se escriben diferentes, pero su significado es similar.

Son ejemplos de antónimos: risa-llanto; alegría-tristeza, amor-odio (aunque algunos consideran que lo contrario del amor es la indiferencia), virtud-pecado, ocio-trabajo, día-noche, alto-bajo, absoluto-relativo, joven-viejo, admiración-desprecio, tolerancia-impaciencia, etcétera. Casi todas las palabras poseen su opuesto, o al menos palabras que van atemperando las cualidades del objeto que representan, hasta llegar al término totalmente opuesto. Por ejemplo, cálido-templado-frío, o alto-mediano-bajo. Si observamos una escala cromática vemos que entre las antípodas entre el blanco y el negro se sucede una amplia variedad de grises. Hay antónimos, que a pesar de su oposición, sin embargo se complementan, como padre e hijo o compra y venta, ya que no puede existir una sin la otra.

Existen diccionarios especializados en antónimos que facilitan la búsqueda de estas palabras de significado opuesto, que enriquecen el vocabulario, y permiten comprender mejor el alcance de una palabra si se la observa desde su contra-cara. Se dice que es muy difícil por ejemplo, ser feliz, si jamás se experimentó el sufrimiento.

Cuando lo contrario se refiere a personas, como por ejemplo protagonistas de textos literarios, películas u obras teatrales, se denominan antagonistas. También se usa este término en bioquímica, para designar sustancias con efectos contrarios a otras, o en medicina para nombrar a músculos que se oponen y a su vez se complementan.

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