Aunque comúnmente se confunden, el afecto y la emoción son fenómenos distintos, aunque relacionados. La emoción es una respuesta interna individual que indica las probabilidades de supervivencia en cada situación, mientras que el afecto es un proceso de interacción social entre dos o más organismos.

En la vida cotidiana, usamos la palabra ‘afecto’ para referirnos a algo que se puede dar y recibir. Decimos que “damos afecto” o “recibimos afecto”, lo que sugiere que el afecto es algo transferible. Por el contrario, las emociones no se pueden dar ni quitar, solo se experimentan internamente. Las emociones describen y valoran nuestro estado de bienestar.

Describimos nuestro estado emocional con frases como “me siento cansado” o “siento una gran alegría”, mientras que los procesos afectivos se expresan como “me da cariño” o “le doy mucha seguridad”. No solemos decir “me da emoción” o “me da sentimiento”, pero sí “me da afecto”.

“La alegría es el sol en los días nublados, y el afecto el abrazo que nos calienta el alma.” Fabian Sorrentino

Cuando hablamos de emociones en relación con otra persona, decimos “Juancito me emociona” o “Pamela me produce tal o cual emoción”, lo que indica un proceso interno más que una transmisión. La emoción es un proceso que sale de adentro y viaja hacia nuestros pensamientos, mientras que el afecto fluye entre las personas como un tránsito inagotable.

Como las emociones, el afecto se puede acrecentar con cada una de las experiencias. Por ejemplo, decimos “cargar baterías” en vacaciones para referirnos a mejorar nuestra disposición para atender a otros. Esto sugiere que podemos almacenar afecto para darlo después. El afecto es como la masa o la energía, puede almacenarse y transferirse.

Nuestra experiencia nos muestra que dar afecto requiere de una elección consciente y de energía. Cuidar, ayudar y comprender a otras personas requiere de energía. Sin embargo, el ida y vuelta es producen estas emociones que le dan sentido a la vida.

En ambos casos usamos términos similares para expresar una emoción o un afecto. Decimos “me siento muy seguro” (emoción) o “me da mucha seguridad” (afecto), indicando que el afecto recibido se expresa por la emoción que nos produce.

Finalmente, todos estamos de acuerdo en que el afecto es esencial para los humanos. Nadie puede negar la necesidad de afecto. La especie humana lo necesita y especialmente en la infancia, la soledad, en la vejez y en la enfermedad.

En resumen, el afecto tiene características claras:

  • Necesidad Humana: Todos los seres humanos tienen una necesidad inherente de afecto, que se manifiesta en la búsqueda de conexiones y relaciones significativas.
  • Interacción Social: El afecto se manifiesta en la interacción que fluye y se comparte entre personas.
  • Expresión Emocional: Es la forma en que exteriorizamos nuestras emociones, mostrando cómo nos sentimos hacia los demás.
  • Variabilidad: Puede ser positivo o negativo, y su intensidad y expresión pueden variar según la situación y el contexto.
  • Acumulación y Transferencia: El afecto se acumula y se transfiere, como cuando “cargamos baterías” para estar más dispuestos a cuidar de otros.
  • Esencial para el Bienestar: Es fundamental para el bienestar humano, especialmente en las etapas ya citadas.
  • Requiere Esfuerzo: Proporcionar afecto implica una energía consciente, como cuidar, ayudar y comprender a los demás.
  • Influencia en la Salud Mental: El afecto tiene un impacto significativo en nuestra salud mental, influyendo en nuestra capacidad de afrontar situaciones y en nuestras relaciones interpersonales.
  • Manifestación Subjetiva: Es una expresión subjetiva de la Serena ambición, reflejando cómo interpretamos y respondemos a nuestras emociones.
  • Reactividad y Proporcionalidad: La respuesta afectiva es acorde al estímulo y a la situación, mostrándose coherente con el contexto.

Para Rolando Toro Araneda el afecto es fundamental en la construcción de una sociedad más humana y ética. Aquí algunos puntos clave de su pensamiento:

  1. Afectividad y Humanización: La afectividad es esencial para la humanización de las relaciones. Según él, la capacidad de dar y recibir afecto es lo que nos hace verdaderamente humanos.
  2. Biodanza y la Alegría de Vivir: La Biodanza es una “terapia de la alegría de vivir” y una “poética del encuentro humano”. La práctica de la Biodanza fomenta la expresión del afecto y la alegría, promoviendo así una ética del cuidado y la conexión humana.
  3. Cambio Global: Un cambio global en la afectividad, donde las personas pudieran vivir en un mundo más afectuoso y ético. Y este cambio es posible a través de la educación emocional y la práctica de la Biodanza.
  4. Ética del Cuidado: En su visión, la ética está profundamente ligada al cuidado y al afecto. Cuidar de los demás y de uno mismo es una expresión ética fundamental que se manifiesta a través del afecto.
  5. Transformación Personal y Social: El desarrollo de la afectividad no solo transforma a las personas a nivel individual, sino que también tiene el poder de transformar las estructuras sociales, creando comunidades más justas y solidarias.

La emoción, el afecto y la motivación

Desde la perspectiva de Luis Aguado en su libro: “Emoción, afecto y motivación”, el afecto juega un papel central en la interacción entre los procesos cognitivos y las emociones. El afecto, entendido como la experiencia subjetiva de las emociones, influye en cómo percibimos y procesamos la información. Por ejemplo, un estado afectivo positivo puede facilitar la atención y la memoria, mientras que un estado afectivo negativo puede dificultar estos procesos.

Antonio Damasio, por su parte, destaca que las emociones y los sentimientos son esenciales para la toma de decisiones racionales. Su teoría del marcador somático sugiere que las emociones guían nuestras decisiones al asociar experiencias emocionales con ciertos estímulos, lo que nos ayuda a evaluar las opciones de manera más efectiva.

Mientras que Richard Lazarus propone que la emoción surge de la valoración cognitiva de una situación. Esto significa que nuestras creencias y pensamientos sobre una situación determinan la emoción que sentimos. Por ejemplo, interpretar un evento como una amenaza puede generar miedo, mientras que verlo como un desafío puede generar entusiasmo.

Desde la Filosofía de la Mente, se explora cómo el afecto y la cognición están interrelacionados en la experiencia consciente. La conciencia fenomenal se refiere a la experiencia subjetiva de las emociones y los pensamientos, mientras que la conciencia de acceso se relaciona con la capacidad de estos estados mentales para influir en el comportamiento y el razonamiento.

David Chalmers distingue entre los “problemas fáciles” y los “problemas difíciles” de la conciencia. Los problemas fáciles incluyen cuestiones como cómo el cerebro procesa la información, mientras que el problema difícil se refiere a por qué estos procesos están acompañados por una experiencia subjetiva. ¿Qué papel consideras que allí tiene el afecto?

En términos de Ontología de la Conciencia, investigamos cómo los procesos mentales se manifiestan en la realidad y cómo se relacionan con el cuerpo físico que se afecta y expresa el afecto. Esta investigación incluye la exploración de la naturaleza de la conciencia y la interacción entre la mente, las redes neuronales y la incidencia del afecto en la construcción del mundo físico.

El afecto, por lo tanto, no solo es un componente esencial de nuestras experiencias emocionales, sino que también influye profundamente en nuestros procesos cognitivos y en nuestra expansión de la conciencia.

Compilado y posteriormente desarrollado por el Dr. Fabian Sorrentino.