A través del Blog de Alicia Martos de España nos llega este artículo sensacional: ¿No debería estar el humor más presente en el discurso político? que dice:

Cómo echo de menos un ataque de risa entre nuestros políticos españoles, pero uno de los de verdad, a lo Boris Yeltsin y Bill Clinton en los años 90. No me digáis que no se os contagia la risa cuando veis el vídeo…

Utilizar el humor como recurso es una práctica habitual en los buenos discursos. Si esto es así, el humor debería estar más presente en el discurso político. Transmitir emociones positivas de esta forma tan espontánea ‘siempre’ favorece. Los políticos son humanos, no robots, deberían sentir y mostrar, emocionarse, enfadarse cuando toca, pero también llorar de alegría, reírse a carcajadas. Mejorará la percepción que tienen los demás de ellos, pero también su auto-percepción, todos los que hablamos en público sabemos que es una situación que siempre genera más o menos tensión, utilizar el humor o simplemente sonreír ayuda a ‘soltarse’ y crear un ambiente favorable para el éxito del discurso.

Tenemos la suerte de que el humor está presente en todas las culturas, requiere del uso del lenguaje, de la empatía y de complejos mecanismos. En la evolución de los homínidos el reírse en grupo remplazó a lo que en otros primates era el acicalarse, como podía ser peinarse mutuamente. La función primordial del humor es la de crear vínculos o reforzar los existentes. Por lo tanto, la risa se utiliza como un mecanismo de reforzamiento de la unión dentro de un grupo. El motivo que nos lleva a sentirnos más vinculados a aquellos que se ríen con nosotros, que nos provocan una carcajada, o que se ríen de nuestras bromas son las endorfinas. Al reírnos segregamos endorfinas, un neurotransmisor que juega un papel clave en la creación de vínculos.

El humor y la política tienen en común el uso de la retórica, en ambos se tiene que utilizar la palabra, las metáforas, la ironía, para defender una postura concreta, defender un argumento, o hacer reír. La retórica se define según el filósofo Aristóteles como “la facultad de observar, en cada situación, cuáles son los medios disponibles para la persuasión”. Esta persuasión verbal es, tanto para el político como para el humorista, la manera de encontrar soluciones creativas a situaciones o públicos que se resisten a aceptar una premisa concreta.

politicos

Existen varias teorías que pretenden explicar la función del humor y su consecuente relación con la política. En primer lugar, se habla del humor como ‘alivio’. La risa nos produce un desahogo tanto físico como emocional cuando nos encontramos en una situación de estrés, nos descarga, nos alivia, nos hace sentir mejor. Por ello, no será solamente el conferenciante el que refleja estos sentimientos, sino también el público al aceptar o rechazar ese humor.

También es útil explicar esta relación con la ‘teoría de la incongruencia’, nos reímos de lo inesperado, de lo que nos sorprende, de aquello que no sabemos cómo debemos entender, pero por lo que no nos sentimos atacados. Encontramos divertido aquello que de repente es extraño en una situación determinada, pero que no nos provoca tanta confusión como para ser un elemento de peligro. Tanto en el concepto de incongruencia como el de alivio se refieren a una función del humor como destensador. La risa permite así crear un clima comunicacional favorable con la audiencia, ayuda a persuadir, a transmitir un mensaje.

También el humor en política puede convertirse en una eficiente herramienta para unir a nuestra audiencia y separarla de la oposición. Se trata de un uso retórico, o indirecto, que no busca expresar una idea concreta, o disuadir a nuestro público de forma directa o agresiva, sino de potenciar la rivalidad con el grupo vecino. Según el redactor de los discursos de Obama, Jon Lovett, “si puedes hacer reír a alguien de algo que tu oponente o tu oposición piensa, significa que has hecho un muy buen trabajo ocupándote de señalar qué está mal en su argumento o posición” y además se consigue de un modo idóneo, asociado a emociones positivas.

Demás esta decir que los dotes de Bill Clinton respecto de este tema han sido manifestados en multiples ocasiones y que este no es el único político que hace uso de este poder, opina el Dr Fabián Sorrentino.